Cristina Campos, este domingo, en un hotel de Barcelona Llibert Teixidó

Un tuit de José Luis García, psicólogo clínico y especialista en sexología, se hizo viral hace unos días. Y no es para menos. En él, García, que lleva 44 años dando cursos y talleres sobre sexo (ha llevado durante 36 años una consulta sobre el tema en el servicio de salud navarro), alertaba del escaso conocimiento que tenían los chavales sobre temas sexuales: muy básico en cuestiones sobre masturbación, el uso correcto del condón o sobre qué es el prepucio o el clítoris, pero muy amplio en conductas sexuales porque lo han aprendido en las películas porno. “Creen que es normal meter su puño en la vagina o en el ano de una mujer”, decía. Y terminaba: “Es lamentable que la sociedad abandone en brazos del porno, en su mayoría violento, la educación sexual de sus menores y jóvenes”.

Ufff…

Es lo que me encuentro cada día. En esta ocasión, los chavales eran de una zona rural y venían de un colegio católico y de un instituto público…

Y siempre estamos a vueltas con que educación sexual sí o no.

Los conocimientos de los muchachos y muchachas de ahora son mucho peores que los de generaciones anteriores, no lo dude. Todos los niños necesitan una información básica para comprender los cambios de su cuerpo, los de los demás, para entender la sociedad en la que viven, los anuncios de televisión, y necesitan información. Y si no la tienen en casa ni en la escuela, la van a buscar fuera. Esto ha ocurrido en todas las generaciones. La educación sexual ha sido la que nos ha dado la calle, porque en casa era el silencio, y en clase, hablar de anatomía, fisiología, la regla, y el ten cuidado no te quedes embarazada para las chicas… Mirabas en el diccionario la palabra, tetas, culo, follar, pero ahora lo haces en internet y te salen miles de páginas porno. La información que tienen ahora viene de internet, de los amigos y, especialmente, de las películas de porno.

Guía sexual

“El porno es el manual de instrucciones de nuestros menores”

Pero películas porno siempre ha habido.

Pero no era fácil el acceso a ella y, sobre todo, a las más duras y violentas, que es a la que acceden los chavales. El acceso gratuito a la pornografía, que es una decisión que adoptó el dueño de PornUp, lo cambió todo. Hoy en día un niño tiene en un clic millones de películas, con millones de hombres y mujeres de diferentes razas y naturaleza que les seducen, que les excitan. Es un cambio a nivel cerebral extraordinario, y el cerebro se tiene que adaptar a todo esto.

¿Lo hace?

Es conflictivo, muy arriesgado, porque aprenden que la violencia forma parte del juego sexual. Porque el porno es el manual de instrucciones de nuestros menores y jóvenes, su único modelo de conducta sexual de referencia. Y tratan de emularlo, de llevarlo a cabo. El resultado es un desastre.

El mensaje

“Si fuerzas a una chica, vas a obtener un placer inmenso, y ella va a estar a tu disposición”

Póngame un ejemplo.

La penetración anal, que es una práctica habitual en las películas porno y que está ocasionando que muchas chicas sufran fuertes dolores, desgarros, displacer. Otro mensaje que lanzan en las películas porno es que a la mujer le gusta que la maltraten, que la fuercen, que la sometan, que es una loba sexual. Si fuerzas a una chica, vas a obtener un placer inmenso, y ella va a estar a tu disposición para lo que quieras. Eso queda grabado en la mente de un chico. Hay niños que empiezan a ver porno a los 6, a los 8 años, a los 10. A los 12 años cerca del 40% ya están expuestos al porno.

¿Y ellas?, ¿no las estamos empoderando para que digan no a unas prácticas que no quieren?

Aunque ellas ven menos porno, sufren las consecuencias de que ellos sí lo vean. Al final van a caer en brazos de un chico que ha visto mucho porno y que va a tratar de persuadirla de que lo que él ha visto, con lo que él se ha excitado ciento de veces, que es lo mejor. Y por tanto va a tratar de imponerle ese tipo de comportamientos. En muchos casos, lo consiguen…

¿Qué hacer?

Yo distingo entre películas sexuales eróticas, educativas, terapéutica y películas sexuales pornoviolentas y creo que estas últimas no deberían estar al alcance de los menores porque les hacen daño. Pero eso es una decisión política que no se va a tomar porque la industria tiene mucho poder.

¿Entonces?

Pues ya que los chavales van a consumir porno sí o sí, nos guste o no, yo lo que les digo es que no consuman aquellas en las que hay violencia sexual porque no es saludable, no es bueno y van a sufrir en el futuro. Y, por supuesto, dar de una vez una educación sexual de calidad más allá de la biología. A los chavales no les interesa nada la carrera del espermatozoide hacia el óvulo…

Pero hay padres y partidos políticos que se niegan a que se imparta educación sexual.

Y yo les digo que si quieren que sus hijos no asistan, no lo hagan. Pero que no tienen derecho a impedir que otros sí reciban una buena educación sexual, que les capacite ante la realidad del porno. Insisto en la palabra capacitar , y eso solo se consigue con talleres y no solo con información dada por un profesor de Biología. Los chicos saben lo que es un condón, pero muchos no lo usan porque en las películas porno no los llevan. Y los que lo hacen no saben que hay que usarlo de manera adecuada, siempre que haya penetración del tipo que sea. Por eso sigue habiendo embarazos no deseados y están incrementando las infecciones de transmisión sexual.